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Aun así el temor todavía la tenía paralizada en el "claro", justo antes de ingresar a esa selva negra, al cabo de un largo rato alisó el vestido como un reflejo de valentía y con los ojos cerrados inició el ingreso al bosque aquel, en la mano portaba una planta que al quebrarla la sabia se tornaba roja y con ella iba marcando un árbol en cada trecho, ya estaba cansada y no encontraba algo que le diera la pista que estaba cerca al punto de encuentro, de pronto escucho una rama quebrarse, se paralizó por un instante y luego empezó a correr, se olvidó de la rama, de la bolsa y de la manteleta y si hubiera podido se hubiera arrancado la falda para poder correr con más rapidez, su cerebro explotaba de miedo sintiendo el latido de su corazón, cuando sintió que ya nada la seguía se quedó parada junto a un árbol, jadeante, mirando a su alrededor, tratando de respirar y mirando alguna rendija por donde pasara un rayo de luz, de pronto una mano la sujeto, simultáneamente resonó un grito ahogado, los pájaros que estaban cerca hicieron eco del sonido ya no pudo hacer nada más.
La mano fuerte de él apretaba su boca y sus ojos la miraban tan cerca, la sensación de susto se había ido y no esperó para abrazarlo con la fuerza que podía, solo querían besarse hasta que se acabarán los besos y tocarse hasta que se gastara la piel.
_ te traía algo de comer pero lo deje caer al correr_
_ no te preocupes yo sé dónde está tu bolso y tu manteleta, vamos a buscarlos mientras hablamos_
_ qué haremos? _
_ qué haré yo, porque tú te mantendrás igual, es a mí a quien buscan y lo único que me queda es desaparecer_
_ pero, acaso te vas a quedar aquí para siempre? a dónde piensas ir?_
_ a América, están buscando hombres fuertes para buscar oro, es lo único que me queda y cuando ya esté acomodado te traeré conmigo para estar libres de todo esto_
_ y crees que voy a resistir estar lejos de ti, moriré, moriré si tú no estás_
_ tienes que resistir, debes de ser fuerte como yo lo haré, recurre a este sentimiento al igual que yo_
Encontraron el bolso y a pocos metros la manteleta, luego él la llevo hacia un claro donde el sol era libre de ingresar y tocar el suelo, las hojas y todo lo que tocaba se pintaba de amarillo, las pelusas del ambiente bailaban alrededor del vestido, él la cogía de la mano para ayudarla, no dejaba de mirar su rostro como si quisiera grabar su rostro en su mente, su cabello cenizo peinado con raya al medio, con los rizos que caían alegres a cada lado de su cara acariciando sus hombros, el cuello largo, su piel rosada, tal vez por haber corrido y su labios rojos, húmedos, sus ojos negros profundos delineados por sus largas pestañas, no podría olvidar todo aquello, ahí sentada rodeada de naturaleza, parecía un cuadro, ese pintado por algún pintor famoso, no la olvidaría y no la olvidó desde el día que la encontró en el mercado queriendo comprar fruta, porqué el destino los había juntado, porqué de esa forma, porqué en esas condiciones, él un simple vendedor y ella la hija de un abogado importante en esas tierras, que no se le había ocurrido mejor idea que castigarlo afirmado que él había sido el asesino del hombre encargado de la tesorería del mercado, porque solo él tenía esa fruta roja con espinas, tal vez esas espinas le habrían traído mala suerte, pero él estaba seguro que no había sido, por que justo esa noche había estado con su hija, al final del territorio, cerca del bosque donde todos tenían miedo entrar menos él porque su padre le había enseñado desde niño a cazar en ese territorio y a no temerle, respeto sí, pero miedo no.
Ella tampoco dejaba de mirarlo porque también pensaba lo mismo que él, ella había enfrentado a su padre diciéndole que él estuvo con ella y que daría fe de ello, pero al hacerlo la reputación de la familia se iría a pique, como respuesta sólo recibió una bofetada y el encierro en sus habitaciones, ese día había podido escapar gracias a la ayuda de una de sus sirvientas quien la esperaba al borde del camino.
_ voy a extrañarte mucho y no haré más que luchar para poder tenerte junto a mí lo antes posible_
_ júralo!_
_ lo juro!_
Sintieron que con esa promesa se había firmado un pacto, un pacto que nadie podría romper, como si Dios hubiera estado presente y los hubiera unido para siempre.
Las lágrimas caían a raudales, en cada abrazo se sentía la desesperación y el sufrimiento de la partida, de la separación, el gemido de sus almas se iban quedando tatuadas en las cortezas de esos árboles que eran testigos mudos de esa lamentación.
continuará...
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