domingo, 22 de abril de 2018

CARTAS DE PARIS-Cap.3 (Historia basada en hechos reales)

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Las lágrimas no le permitían divisar el camino, porqué no había esperado, no fue sincera al decirle que esperaría y que hablarían con su padre  para casarse, había vendido todo para comprar una casita e iniciar un negocio juntos, acaso el amor no era tan sincero? no era tan fuerte como para ser capaz de esperar?
Esa mañana de sol parecía la mejor mañana de su vida, lo tenía todo, el dinero producto de la venta de sus tierras en el interior, la mujer que pronto sería su esposa, la bendición de sus padres para iniciar un negocio propio, pero no fue así todo se volvió gris y oscuro.
Las palabras de la tía reventaban en su cabeza, hasta pensó en un instante que gozó al darle la noticia,  ella eligió a otro hombre, ella va a estar mucho mejor, pero porqué, porqué?
La carretera sinuosa no lo ayudaba, la tristeza se fue apoderando de él hasta no darse cuenta que su ira hacia que  pise hasta el fondo el pedal del acelerador, las curvas se pronunciaban más y más,  tal vez ni se dio cuenta de aquella curva y al caer su último pensamiento fue lo mucho que la amaba.
Una pesadilla hizo que despertara, el recuerdo de su dulce voz la acompañaba, esos recuerdos la fortalecían ante todo lo que estaba pasando, ya habían pasado varios días, encontró harina, miel y un zapallo, se hizo una tortilla que sació su hambre por unas horas, iba comiendo un pedazo cada vez que el hambre la torturaba, cuando escuchaba algún movimiento afuera gritaba pidiendo ayuda, eran animales, todo estaba cerrado solo las ventanas de la claraboya del techo en la cocina dejaba ver cuando era de día y cuando de noche, quién podría hacer esto se preguntaba, quién tan malvado podría hacer esto y porqué a ella.
No supo cuantos gritos hizo antes que cayeran cosas por la claraboya luego  se acercaban a la puerta y le decían suavemente, solo te podemos ayudar de esta forma mi niña, era la voz de una anciana, ella le agradecía y lloraba.
Luego de unos días sonaron llaves en la puerta y el rechinar de las bisagras la puso en guardia, era un hombre alto, rubio, entre cano, de mirada fria, corpulento, con la camisa remangada y los pantalones de lanilla, sus zapatos estaban sucios de tierra, ella se escondió en el ángulo de la pared y el ropero, _sal quiero hablar contigo, ella se abalanzó sobre él con el cuchillo en mano, pero de un golpe la tumbó, le quitó el cuchillo y la sujetó del cuello, quiero que te quede bien claro esto, ya no hay marcha atrás, ya estás acá y ya hice contigo lo que tenía que hacer y por más que quieras no podrás regresar a tu casa por que estamos a miles de kilómetros, así que tranquila, acepta.
La aceptación es lo último que tendría.
_ Espero que mi padre tampoco acepte _

continuará...

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