viernes, 1 de junio de 2018

TARDES DE SOL


Pensó que nunca más iba a salir, pensó que el hoyo donde estaba era el simulacro de su sepultura, pero sí, este era el último día de aquellos grises días,sentada en su oficina donde  trabajaba, recorrió con su mirada cada detalle, las mesas de mármol de Carrara y los sillones de cuero marrón, sonreía al ver las banquetas de cuero sin tratar parecían pellejo de vaca rubia, acomodó los ojos en las sillas Barcelona anaranjadas y la mesa Noguchi con un hermoso florero plagado de flores, los ventanales de seis metros de altura  le dejan ver como moría el sol entre los árboles, suena el teléfono:
_Hola amiga, cómo estás ¿_
_ soy feliz _  respondió.  Soy feliz, esta vez me la estoy creyendo y sonrió.
La oscuridad fue cayendo lentamente sobre aquella casita, aquella casita blanca con zócalos azules, el rumor de las olas se sentía tan cerca,  para acceder se tenía que bajar un poco por un sendero de pequeñas escaleras hechas de piedras, la arena las alfombraba un poco, algunas ramas clavadas en la arena, atadas con sogas un poco corroídas por el salitre servían de pasamanos, la casita tenía paredes de ladrillos  pintados de blanco, al frente de ella habían dos bancas de madera pintadas de celeste que miraban al mar, con cojines de cañamazo bordados a punto cruz, en el techo reposaban las enormes hojas de algún árbol, por un lado la hamaca amarillenta tejida toda a crochet se mecía por el viento, una banqueta descolorida servía de mesita donde sostenía un florero de vidrio transparente con flores de diferentes colores y varios libros cerrados menos uno que reposaba con las hojas abiertas como si estuviera calentándose al sol,  pequeños tronquitos colgados desde el techo hacían como “llama ángeles“, a un lado  de la casa una enredadera de buganvilias fucsias luchaba por ganar terreno, en la orilla descansaba un bote pintado de blanco, aquel bote se movía  al compás de las olas y la espuma jugueteaba con él.
La casita tenía la puerta principal un poco  corroída, al empujarla dejaba ver por dentro el piso de cemento pulido, una amplia y sencilla cocina, ella estaba ahí cocinando con los pies descalzos, se escuchaba el rechinar de los alimentos freír en la sartén, tal vez era un pescado, en el ambiente el olor a mar, el ají de la comida y el penetrante olor del café que en una esquina castigado iba ofreciendo su dosis de sabor gota a gota, todo aquello hacía que se sintiera que estabas en un hogar, ella cantaba alguna canción que se enredaba con el sonido de las olas, el vestido blanco de broderie  se caía de uno de sus hombros curtidos por el mar y el sol pero igual dejaba ver la suavidad de su piel, a través de la luz del sol se traslucía su silueta, el blanco se contrastaba con la piel bronceada, sus pantorrillas aparecían, un pie sobre el otro, el vestido se chorreaba perezoso sobre sus caderas y dibujaba suavemente aquella redondez que lo volvía loco.
Un beso atravesaba sus entrañas, un beso hacía que ella sintiera que todo lo que tenía era lo mejor, tenía su castillo y que ella era una reina, sus manos recorrían su cuerpo sobre aquel vestido blanco imprudente por solo existir y por estar ahí entre ella y él, sentía sus senos endurecer y buscaba la boca desesperada por que la besen, sus cabellos rojizos y rizados que caían sobre su espalda le daban un aire salvaje y de eternidad, su cuerpo se arqueaba toda vez que él le besaba el cuello y recorría el viaje hacia la seducción, hasta hacer que todos sus sentidos se pierdan en aquel sonido lejano, sus piernas largas y doradas lo envolvían y ese paraíso lo hacía preso, prisión donde nunca quiso salir, un manto de gozo le caía como una gran ola azotando desde la espalda hasta sus propias entrañas, lo obligaba a retorcerse de pasión hasta que todos sus músculos se estremecían y se relajacen, llevándolo a lo más profundo de sus pensamientos, tocar el lumbral de la muerte y a la vez sentir que es absorbido por la misma vida.
Tendida en aquella mesa de cemento y granito se olvidaba en un instante de toda su vida pasada y de su vida futura, todo su mundo era ese instante, pertenecerle para siempre, era por esa razón que estaba ahí para pertenecerle las veces que él quisiera,  en un instante, las cosas regadas por el suelo, un gemido grueso, el ansia de tenerla, un suspiro quedo, la necesidad de tenerlo, luego del acto, las carcajadas de alegría, de libertad, de saciedad.
Observan por la ventana el sol que se va escondiendo como la lengua de él sumergiéndose en la boca de ella, sus piernas se mueven como los juncos al borde del camino y sus vientres bailan como el vaivén de las olas.
He pasado todo para estar junto a ti, para sentir todo esto, para ser feliz.
Dejó atrás aquel trabajo que le prometía tal vez grandes cosas, pero la gran cosa estaba ahí, dejó todo para venir tras de él, recorrió más de diez largos años, para llegar ahí, cambió todo para estar ahí, descalza, desnuda y feliz.

Cambio los tacones para desnudar sus pies, sus besos abrigaban su corazón, la bolsa de paja la llenaba con todas sus esperanzas, su vida entera su universo  era estar ahí,  ser feliz y plena, ser libre y su libertad era él, nunca se irían de aquellas playas. 

FIN

viernes, 25 de mayo de 2018

EL VESTIDO AMARILLO-Cap.2

Yellow Dress-Frederick McCubbin
Ella lo miraba asustada, apasionada, agitada, sus ojos entrecerrados, todo eso lo carcomía por dentro, ver su pecho que respiraba con más fuerza y los jadeos quedos que salían y llegaban hasta sus oídos, no podía más, ver su boca entre abierta deseosa de sentir sus besos, no podía más, los venados corrían cerca, señorita Amanda, enséñeme el jardín que con tanto orgullo cuida, ella confundida volteo con brusquedad, alisó su vestido, él pensó, dichosos esos dedos que acarician su cuerpo y siguió caminando por entre las enredaderas de jazmines y madre selvas, él nuevamente la miró desde atrás y vio sus cabellos volar con el viento como hojas de otoño arrastradas a morir, nunca olvidaría ese día, no dijeron más nada, ella se dedicó a nombrar una a una las plantas medicinales, las flores y follajes que tenía en aquel jardín, él se distraía mirando como ella humedecía su labios, su lengua se asomaba y los humedecía y él moría lentamente, sentía como se quemaba por dentro, sus palabras lo alejaron un instante de ese tormento,  está tierra es bendita señor Schramm, no me diga señor Schramm señorita Amanda, sólo dígame Jean Pierre, ella le sonrió y le regaló un jazmín colocándolo en el ojal  del saco, él atrapo sus dedos con su manos y los besó sintiendo el perfume de jazmín, nunca olvidaré este día señorita Amanda.
Durante los próximos días ella estaba animada y feliz, nadie sabía por qué, sólo ella, ella sabía la magia de la pasión, del placer, su juventud estaba a flor de piel, su belleza sobria y hasta taciturna se volvió alegre y brillante, los amigos de la familia se lo hacían notar a los padres, ellos decían que no, que ella siempre había sido una muchacha hermosa antes y siempre, él había viajado días después de ese suceso, y había dejado una carta para ella haciéndole saber que  lo antes posible regresaría.
Cuando llegaban sus cartas,  ella las leía con avidez  y después todas las tardes sentada en la pasividad de su jardín, mientras su hijo jugaba, leía cada una de ellas, las cuales las tenía amarradas con una cinta de raso amarilla y unas ramitas de rosas y jazmín, las leía  una a una y sentía como si él estuviera hablando ahí frente a ella, a veces ella le contestaba como sintiendo su presencia, me volveré loca si sigues tan lejos, Europa es una eternidad, iré a Panamá primero luego regreso a París y en poco tiempo regreso al Perú a tu encuentro, ella, todo esto es una eternidad, no podré soportar más, si alguien no ha muerto de amor antes,  yo lo haré, moriré de amor, moriré lentamente como mueren las flores al acercarse el invierno, no mueras porque tú eres mi vida, eres el aire que le da vida a mi vida, espérame, espérame.
Los caballeros que conocían a la familia, solicitaban permiso para visitarla y la familia accedía pero ella solo les ofrecía su belleza fría e impenetrable, el sol de la alegría la inundaba cuando llegaba carta de él, y sólo en el amor de su hijo se refugiaba en los días de nostalgia.
Querida Amanda:
El motivo de esta carta es para informarle que pronto estaré en Perú.
Sólo eso, el motivo de la presente es para informarle que pronto estará en el Perú? Sucede algo… sucede algo.
Al sentir la campanilla de la puerta volvió a recordar la primera vez que llegó a casa, al igual que aquel día, su rostro se sonrojó, cuando la vio recordó también aquel rubor de sus mejillas, estaba hermosa, más tal vez, paso por todo el protocolo, les contó a los padres del término de la Torre hecha por Eiffel y que estaban iniciando las obras del canal de Panamá y es por eso que iba y venía, le he traído algunas semillas para que las cultive en su jardín, gracias señor Shramm.
Vayan a ver lo hermoso que está el jardín en esta estación, me agradaría mucho verlo, entonces para que esperar más vayan.
Sus pasos eran más lentos como si pensara en dar cada uno de ellos, estaba más delgada, acaso estaba muriendo de amor, acaso era eso, ella miraba hacia delante, no como aquella vez que miraba hacia el suelo como una flor de campo queriéndose esconder, ahora caminaba altiva, su belleza era madura, andaba confiada, ella ya sabía lo que poseía, aquel poder, el poder de las mujeres maduras, te necesito, esas palabras rompieron  el silencio, ella volteo a mirarlo y sonrió, te necesito y su mano sujeto su brazo, una electricidad sacudió su cuerpo, ella sonrió como si supiera el efecto que causaba en él, la mano de ella acaricio el rostro de él dulcemente, él tomó entre sus dedos la mano de ella y la beso, perdóname, por dejarte, por abandonarte, su boca beso el cuello de ella, la punta de su lengua saboreo la piel de ella y ella le ofreció más inclinando un poco el rostro, suspiró, te extrañe, perdóname.
Estoy enterada de todo Jean Pierre, sé que regresarás a Panamá a casarte, sus ojos estuvieron a punto de explotar de sus órbitas del espanto, cómo sabía ella, quién, no importa quién o cómo, solo lo sé y no te preocupes de decir nada, en Lima solo yo lo sé y la familia que te acogió, así que la vergüenza solo será ante mí, sé que llegué tarde, tarde a tu vida, a tu amor, tal vez el destino nos presenta otras opciones para poner a prueba nuestro temple, y así fue esto, llegué tarde, consérvame en tu recuerdo eso no te lo podré quitar aunque quisiera y aunque quisiera no podré arrancarte de los míos, no me hagas esto, he venido para que me digas que luche por esto, por nosotros, es imposible que escuche de mis labios lo que me pide señor Schramm, yo me enfrenté una vez a esta  sociedad y ahora no puedo hacerlo de nuevo, por mí, por mi hijo, por mi familia, no me hables así por favor, la ofensa, herir con sus palabras, lo prefiero a su indiferencia o su fría comprensión, sólo es comprensión señor… no pudo seguir diciendo nada su boca fue cerrada por la de él, como aquella vez, ella se abandonó y su abandono excitó más sus deseos, acarició su espalda y su cabellos, la beso tan fuerte que sintió el sabor de su sangre, las lágrimas salaban sus  besos, no puedo más, la arrastró hacia el matorral de jazmines y madre selvas,  sintió aquellas ramas que se clavaban en su espalda pero ese dolor era mínimo al dolor de la despedida, en ese instante quería olvidar todo, él la siguió besando ya no tenía el temor de tocarla quería saciarse de ella acarició sus pechos lentamente como si esperara que ella se lo impidiera, la miró , pero ella no hizo nada, solo volteó los ojos como si fuera a morir, eso lo impulsó a hacerlo, los bebió como si bebiera el elixir más sagrado, te necesito, ella veía entre las enredaderas el sol que hería sus ojos, él rebuscó entre los fustanes y logró romper las fundas, sintió sus manos acariciar entre sus piernas, jadeó, tú me necesitas como yo, ella no pronunció ni una palabra, estaba mareada, tanta pasión junta, él acarició sus caderas, quería sentir ese movimiento, el movimiento que lo enloqueció aquel día, entrégate, su voz sonó ronca, sus piernas se separaron lentamente como dos compuertas que daban paso a un tesoro escondido, él la miro con ternura y pasión, un mechón de su cabello caía sobre un lado de su frente, sus ojos se oscurecieron, sus manos se crisparon, la camisa se había abierto dejando ver su pecho, ella cerró los ojos se abrazó a él y lo sintió, no podía negarse también lo necesitaba.
Luego, sólo sintió el galope del caballo, a lo lejos su nombre, a lo lejos.
Pobre señor Schramm, desilusionado busco consuelo con una dama en Panamá y se casó, si la señorita Amanda no lo hubiera rechazado él se hubiera quedado en Lima, era tan buen partido,… señorita Amanda, cómo está?? Bien, bien, qué hermoso que está su hijo, gracias,  saludos a su padres, gracias.

Era un día caluroso, tal vez el más caluroso de la estación, las flores crecían felices al sol, madre que haces? Leyendo, de nuevo esas viejas cartas? Si hijo, de nuevo estas viejas cartas, los jazmines y madre selvas le regalaban sus aromas como aquella tarde, pero las lavandas de Francia la llenaban de placer.

Fin.


jueves, 24 de mayo de 2018

EL VESTIDO AMARILLO-Cap.1


Yellow Dress-Frederick McCubin
En busca de cosas antiguas, sin querer encontré un diario en una tienda de antigüedades, le pareció algo tan romántico tener algo que alguien escribió hace tanto tiempo y más de alguien con su mismo nombre, llegó a su casa y después de preparar un chocolate caliente, empezó a leer el diario, era intenso, emocional y comprendí que en todas las épocas existían historias de amor, creo que de eso se trata no? Buscar y encontrar el amor, tal vez en este tiempo como en aquellos tiempos siempre habrá LOS ÚLTIMOS LOCOS ROMÁNTICOS.
“Entre sus manos  sostenía la misiva, el sobre blanco como el alba y en su interior una carta y en ella hermosas letras escritas en un mal castellano, sus dedos temblaban mientras leía, era de un caballero, de aquel que conoció en casa de la señora Machado, sólo se habían cruzado algunas palabras, un buenas tardes señorita y al darse cuenta del sonrojo de sus mejillas sólo había sonreído inclinándose, acariciando de soslayo  con sus dedos  el sombrero, se dio vuelta y siguió su camino con los demás invitados, sólo eso pasó y fue capaz de enviarle una carta? en ella solicitaba permiso para verla,  ella sabía que en aquellas fiestas que organizaba la señora Machado las madres se volvían locas por ser invitadas para llevar a sus hijas, señoritas casamenteras, pero ella ya había pasado esa barrera, no era señorita y tampoco casamentera, se había casado hacía mucho y era una de aquellas mujeres que se habían enfrentado al qué dirán y se había divorciado con un hijo a cuestas como solía decir su madre.
No entendía como ese caballero sabiendo todo eso, porque estaba claro, después de saludarla muchas de las damas en ese lugar lo habían puesto al tanto de todo; ella lo había notado puesto que cuando hablaban, él de cuando en cuando  volteaba la miraba y regresaba a la postura inicial; ya estaba acostumbrada a eso, pero porqué se atrevía a solicitar permiso para frecuentarla, porqué… porqué?
Estimado señor Schramm:
Agradezco la amabilidad que no creo ser merecedora, le recuerdo que desde el reciente suceso en mi vida  he regresado a la protección de mi familia, en ese sentido, mis padres estarán complacidos de recibirlo para tomar el té el día de mañana a las cinco de la tarde.
Saludos,
Amanda.
La campanilla de la puerta sonó a las cinco en punto de la tarde, la madre había declarado como  buen francés llegando a su hora.
Sus pasos sonaban fuertes y decididos, desde la silla donde estaba sentada lo vio entrar, el traje impecable, los guantes enfundando sus dedos largos y delgados, el sombrero dándole más altura del que ya tenía, sus ojos pestañaban rápidamente mientras lo miraba, era como si tomara fotografías instantáneas e iba  guardando en su mente cada cuadro, él buscó entre las personas que estaban en el salón los ojos de ella y cuando los ubicó la sorprendió en las pestañadas,  un regocijo hizo latir con fuerza su corazón, ahí estaban esos ojos, aquellos negros ojos coronados por aquellas pestañas, mariposas negras que baten sus alas, arriba, abajo, arriba, ella al verse sorprendida se sonrojó como aquella vez y él sonrió, la mirada de ella se desvió a la ventana llena de sol que dejaba apreciar el jardín que ella tenía orgullo, puesto que se pasaba horas todos los días cuidándolo.
Señor Schramm, pasé por favor, póngase cómodo, justo lo esperábamos, el mayordomo se acercó y esperó pacientemente que él le entregara el sombrero y los guantes, el bastón, observó sus dedos, finos, que se movían despacio mientras observaba todo el salón, luego lo invitaron a sentarse frente a la madre y a ella, mientras que el padre le relataba la vez que fue a París y lo mucho que había disfrutado, ella era una jovencita y sólo disfruto de caminar por las calles de París con su madre y de las comercios llenos de telas, encanjes y broderies que se trajeron, la consigna llenar los baúles.
El demostraba en cada palabra lo educado y gentil que era, a pesar de su mal castellano, le había relatado al padre que estaban construyendo en París una enorme torre la cual se apreciaría en la Exhibición Universal de 1889 y que él era uno de los tantos ingenieros asistentes encargados de esa obra, les contaba que muchos estaban en contra de esa estructura puesto que pensaban que iba a cambiar el paisaje que hasta hoy tenían, todos esos relatos  le daba al padre justo en la yema del gusto, cosas llenas de encanto, de majestuosidad y sobre todo de cotilleo, de cuando en cuando la miraba, en cada sorbo de té que bebía su mirada iba hacia ella, ella casi ni tomo ni probó los panecillos que se habían hecho durante toda la mañana, recordaba la harina entre sus dedos y como la masa se dejaba acariciar por  sus manos, están deliciosos, al sentir aquel comentario ella se volvió a sonrojar como si él hubiera adivinado sus pensamientos, él sería suave como aquella masa, blanca y fina, de inmediato sacudió de su mente aquellos recuerdos de alcoba, aquellos ya lejanos, los niños corrían, venados salvajes, espíritus libres.
Por fin sus padres le pidieron a su hija que le enseñara el jardín que con tanto esmero cuidaba, el cual ella tenía tanto orgullo.
Avanzaron hacia la puerta, sentía que sus piernas temblaban como las hojas de otoño al caer, no se animaba a mirarlo, él estaba tan cerca de ella, casi sentía su respiración, él cortesmente abrió la puerta y dejó que ella pasara primero, volteo e hizo un ademán de saludo a los padres que se quedaban mirándolos con una sonrisa cómplice.
Ella caminó por entre la terraza adelantándolo, él a propósito camino lento, el sol  caía sobre su cabello haciéndolo brillar, aquellos rizos bien cuidados, bañados por romero hechos con exactitud milimétrica que danzaban sobre su cuello al compás de sus pisadas y sobre su piel, sonrosada por el sol o por la timidez, corría alegre e indiscreta una gota de sudor, corría adentrándose en aquel vestido, el vestido amarillo que se movía como siguiendo un baile propio, un baile que solo aquellas caderas sabían lograr, ella levantaba un poco aquel vestido dejando entre ver los fustanes que se golpeaban entre sus pies, pies prisioneros de aquellos zapatos de cuero blanco sujetados por cintas entrecruzadas, encarcelando sus delgados tobillos e impidiendo ver más, él iba deleitándose por todas aquellas cosas, cuando vio que aquellos fustanes traicioneros  no dejaron dar el paso correcto, él la sujetó del brazo, mientras ella daba un gritillo,  sus miradas por fin se cruzaron, su mano sintió aquella piel suave y también el temblor corporal seguida de un jadeo, miró su boca roja como una granada, no había nadie en  el mundo que pudiera impedir aquel beso que ya era inminente, por fin sus jadeos cesaron, su boca no dejó que continuaran, se apoderó de sus labios, y lentamente fue haciéndolos suyos, no podía soportar más, su lengua buscó la de ella y ella se la ofreció complacida, a ella le gustaba se dijo, así que con sus manos la fue acercando lentamente más y más hasta sentir su pecho agitado pegarse al de él,  el deseo de acariciar sus senos lo atormentaba, en su mente divagaba, entraba en aquel sueño, el sueño de acariciarla toda, de acariciar sus senos y sentirse pleno pero si lo hacía era su fin, así que se conformó en sentirlos sobre su pecho, una de sus manos tomó su cabeza para evitar que ella cambiara de opinión, apresando su cabellera, sus dedos se enredaron entre sus cabellos, eran suaves se dijo, tal como me lo había imaginado y su pasión se encendió más, su mano apretó un poco un lado de su cuello y sintió sus suspiros,  no podía seguir o moría, ese sentimiento lo envolvió, tenía que seguir besándola o moría pero si seguía haciéndolo iba a desear más y ella lo correría y moriría si lo hacía, decidió abandonar ese quehacer, se separó bruscamente.

continuará...


domingo, 20 de mayo de 2018

CARTAS DE PARIS-Cap. 5 (Historia basada en hechos reales)

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_No puedo creerlo!!!!_
Aquel hombre gritaba tanto y tan fuerte que los ojos azules estaban a punto de salirse, su cara se tornó roja, las venas del cuello y la frente se inflamaron y hasta el último rincón de la casa oyó su grito.
_Mi hija no se pudo fugar con un hombre, ella no es así y no intentes de decirme lo contrario por que te arranco los ojos con mis propias manos, Hermelinda, con mis propias manos, llama a mis hijos debo hablar con ellos.
La mujer corrió por los pasillos llamando a los hijos, el padre y los dos  hijos se pasaron toda la tarde hablando de ese trágico suceso, Guido había muerto, su hija estaba desaparecida y nadie sabía nada pero él ya esta ahí, don André Esclavy no dejaría de buscarla, no volvería a tener tranquilidad hasta tener en sus brazos a su pequeña Camelia.
Tomó su sombrero y su bastón y salió sin rumbo, nadie tuvo la valentía de preguntar a dónde se iría, o si volvería pronto, en el rostro del padre se dibujó una desesperación, una angustia, aquel ritus en su cara no se borraría jamás, cuando llego su ancianidad decía: "esa arruga apareció cuando mi Camelia se la llevó ese maldito"
Lo primero que hizo es acercarse a la morgue y preguntar, luego a los hospitales, fue a todos, luego a la estación de policías, a las terminales de tren y por último en las esquinas que estaban cerca al convento donde estudiaba su hija, sacaría una pista cueste lo que cueste, hasta había pensado vender el bastón de marfil con empuñadura de oro con la cabeza de león, para pagar un rescate por su hija.
Pero las noticias nunca tardan en llegar, una mujer que vendía "revolución caliente" en la esquina del colegio la vio discutiendo con un hombre de casi treinta y cinco años, luego un canillita la vio subir a un camión pequeño marca Ford, un camión que se utilizaban en las granjas o haciendas, al escuchar los comentarios del muchacho, un grupo de jóvenes se acercó, ellos se paraban en la esquina para enamorar a las muchachas que salían de la escuela, uno de ellos indicó que más o menos en el mismo tiempo que Camelia  desapareció un hombre había dejado de venir y el primo también, uno de ellos conocía la casa del primo, jugaban billar algunas tardes.
Es que acaso la búsqueda ya estaba llegando a su fin?
Todo había empezado hace seis meses y no había descubierto nada, había preguntado a cada una de las compañeras de su hija, había conversado con la amiga que caminaban juntas al salir de la escuela, pero ese día su padre había venido a recogerla para llevarla al médico porque sufría de anemia que continuamente la obligaba a faltar, ese día ese maldito aprovechó y se llevó a mi hija le había comentado al padre de su compañera, este le dio la idea de pararse en las esquinas para hacer preguntas y su consejo le había funcionado.
Ahora a buscar al primo.

continuará...

viernes, 18 de mayo de 2018

ENTRE CANDILEJAS-Cap.3

Los ojos del enfermo se entre abrieron y dirigió su mirada a Florencia y con temblor alargó su mano para refugiarse en las de ella, Florencia no pudo aguantar sus lágrimas, lo único que atinó el nieto es sacar a aquella muchacha de la habitación para que le explicara que enfermedad tenía Henry.
_ pensé que nunca más nos íbamos a ver,  dime estoy delirando?
_ no _ entre sollozos le respondió _ leí la carta que me enviaste y no dude en venir, quería verte, decirte tantas cosas_
_ solo dime que me perdonas, solo eso quiero  que me digas_
_ no, no te perdono… TE AMO, lo hice y siempre lo haré, aunque ya no estés aquí junto a mí, no solo me quedaré con tu recuerdo, me quedaré con algo más…
El sonrió.
_ con qué te vas a quedar mi amada Flo_
_ Henry la última vez que estuvimos juntos, cuando me dijiste que hubiera sido hermoso estar casados y tener hijos, pues ese día … ese día me embaracé.
Las pocas fuerzas que aquel hombre se elevaron a su rostro y una luz iluminó su mirada.
_ lo sabía, algo me decía que tú aún guardabas algo hermoso conmigo y que mejor que eso, criaste sola a nuestro hijo, Adrian y él se quisieron?
_ se aman, Adrian siempre lo protegió y fue como el padre de Henry, los dos hicieron una empresa, Adrian es el que consigue  a los clientes y Henry, él es el financiero el que trae a Adrian a la tierra.
_ él sabe?
_ Sí, pero no sabe quién, hoy he venido con tu nieto, nuestro nieto_
_ lo vi… _
_quieres que lo deje entrar_
_ no, te pido por favor que tú se lo digas, hasta en estos momentos sigo siendo un cobarde, luego, después, hoy quiero estar contigo, sentir tu amor_
_ yo también quería verte, quería abrazarte, besarte, tenerte aunque sea un solo instante en mis brazos, solo para mi, solo… para mi. Un sollozo no le dejo decir más.
Se acercó a él y lo abrazó y le regaló el beso más hermoso y tierno que había guardado en su corazón, se sujetaron en un abrazo inmenso y partió.
Aquel cuarto se ilumino por un instante, su nieto y la muchacha no pudieron explicar cómo, pero eso fue lo que sintieron.
Salió de aquel hospital triste por esa partida pero feliz de haber compartido su último aliento, había sido de ella siempre, su vida siempre fue así, ella solo para él y cuando Henry nació le enseñó a Adrian a amar a ese hermano sin padre y ahora tendría que decir la verdad, Adrian siempre se lo aconsejó, ya era la hora.
_Abuela, él es mi abuelo, mi verdadero abuelo?
_ sí, quiero que sepas que todos ustedes son producto del amor…

La lluvia caía mojando lentamente su camino, acompañando sus lágrimas y en su pecho iba sintiendo su presencia como si algo se depositará en el alma y ese sentimiento la acompaño hasta los últimos minutos de su vida.

FIN.

jueves, 17 de mayo de 2018

ENTRE CANDILEJAS-Cap.2

Amada Flo:
Creo que con solo leer a quién va dirigida ya sabes quien la escribe, antes que nada quiero escribir esto porque no fui lo suficientemente valiente para decirte PERDÓN, perdón por haber dejado que pasaran todos y tantos años, perdón por no quedarme contigo aún teniendo este amor que quiero que sepas nunca se apagó, hoy que siento que el final de mis días se acerca creo que el sentimentalismo me ganó y tuve la urgencia de decirte que nunca, nunca deje de amarte, sí, tuve una familia, esposa, hijos, nietos pero en mi alma y mi corazón siempre guarde ese amor que muchas noches me atormentó y que sabes bien hizo muchas veces que fuera en tu busca y a pesar que tú me ofrecías todo no fui valiente de recibir todo lo que me ofrecías.
Quiero que sepas que nací para amarte y moriré haciéndolo, tal vez para ti estas palabras llegan tarde pero necesito decirlo, tal vez por que me volví uno de LOS ÚLTIMOS LOCOS ROMÁNTICOS DEL MUNDO.
En estos últimos años me he esmerado en acercarme a Dios, ese Dios que tú tantas veces me aconsejabas me acercara y lo hacía pensando en algo, le pedía que si realmente existe otra vida que por favor en esa vida la pueda compartir contigo, por fin ser lo suficientemente valiente para estar contigo, que me dé la oportunidad para darte todo este amor que me explota en el pecho, este amor que me calienta el alma y el ser.
PERDON y TE AMO es lo último que puedo decir.
No quise decir nada antes por el temor que tú me dijeras que ya no querías saber nunca más de mí como la última vez.
Recuerdas aquella canción que me gustaba cantar cerca a tu oído, aquella que decía que habías llegado tarde a mí, que tú llegas cuando yo me voy, hoy vuelve a pasar.
Flo, guárdame en tus más dulces recuerdos, que yo te aseguro te llevo conmigo.
TE AMO HENRY.
Florencia no podía aguantar el llanto en cada palabra una lágrima brotaba como haciendo honor a cada una de ellas, muchas veces su nieto se acercaba para tratar de abrazarla o sostenerla pero ella se lo impedía quería terminar de leer todo aquello, cuando lo hizo el papel cayó a la hermosa alfombra persa, el nieto rápidamente la recogió y la leyó, se arrodillo junto a ella y la sostuvo, se abrasaron por un momento.
_ él ya murió?, mientras intentaba secar sus lágrimas con su pañuelo.
_ no mi señora, él aún… y agachó la cabeza.
Florencia suplicó le diera el nombre de la clínica o el lugar donde él estaba, ella siempre fue una mujer fuerte y valiente y el último acto de valentía que le podía ofrecer es ir a verlo y decirle lo que tenía que decirle.
El abogado consultó y al final le proporcionaron la dirección, el nieto le suplicaba que ese deseo era una locura y que ella ya no estaba para esos  trajines, pero la mirada de Florencia le dio a entender que era inocuo intentar que cambie de idea.
Salieron del estudio de abogados e ingresaron al auto, se dirigieron a donde le habían indicado.
_ sabes que te expones a que te echen de ahí verdad??
Ella lo volvió a mirar, claro que lo sabía, pero como todo lo que se refería a él, ella siempre estaba dispuesta a correr el riesgo, a luchar, a enfrentarse, por un instante dejo de estar consciente de tener setenta y cuatro años y recordó mientras  veía como el auto se comía las calles.
_"Ariza" dónde estás?_ salía en el mensaje del teléfono
_ En mi casa como siempre_
_Quiero verte_
_ Entonces ven_
El taxi llegaba a la puerta de su casa y marcaba el número del teléfono para llamarla.
_ baja quiero que tú me abras la puerta_
Ella bajó y entre las rejas de la puerta lo vio parado, ansioso de que se acercara, ella sonrió y se acercó a la puerta sin abrirla.
_ y ahora qué pasa, que quieres?
El jaló de su brazo y la abrazó con las rejas en el medio, ella se reía y dejaba que él la acariciara.
_ abre, abre, no seas mala, sabes que te necesito.
Ella abrió la puerta y él la tomo entre sus brazos y la beso, llegaron haciendo tumbos hasta la puerta, se abrazaron  y se rieron al ver su reflejo en el cristal de la ventana,  una vez cerrada la puerta él la acorraló entre la pared y su cuerpo.
_ "Ariza", te extrañé_ y la besó.
_Tendría muchas cosas que decirte, te extraño
_ pero, eres tú el que aparece y desaparece sin sentido, vas y vienes de mi vida sin dejar las cosas como deben ser, además hoy no puedes decir nada se ve claramente que has tomado, te hago un café y conversamos.
_ sabes que no me gusta el café.
_ entonces toma agua, no quiero que te vayas así.
_ hoy me quedo contigo, hoy te necesito, porqué no te quedaste conmigo? Porqué no nos casamos, porqué no tuvimos hijos.
_ pudimos haber tenido pero desapareciste o no lo recuerdas, sabes que te amé, te amo y tal vez toda esta vida te amaré, pero y tú puedes decir lo mismo?
_ te necesito.
Una lágrima corrió por su mejilla, él la beso, acarició uno de sus brazos, acarició sus cabellos, con su mano sujetó su cuello y besó su mejilla.
_ siempre te voy a fallar y siempre me vas a amar, yo sé que no te merezco, pero tú igual me recibes, igual me tratas con cariño, igual dejas que haga esto.
_ será porque te amo.
Se abrazó a él, ella sabía que después se iría y que luego de una larga temporada regresaría con las mismas disculpas, pero igual iba a sucumbir, ya nada le interesaba.
Él la volteó y acarició su espalda, con sus manos fue acariciando su muslos hasta subir por su vientre, no sin antes constatar su humedad, entre sus manos sostuvo sus senos y con sus dedos jugó con aquellos botones, sabía que ella iba aceptar todo, él la amaba como a nadie pero era cobarde y no podía enfrentar tantas cosas por ella, en cambio ella si era capaz y la amaba por eso y también por esa razón necesitaba estar con ella, sus quejidos hicieron que siguiera en el mismo afán, se pegó más a sus curvas, le subió el vestido y metió sus manos por debajo de él, retiró de su cuerpo la ropa interior y se sintió feliz de tocar su piel, suave, tibia, la sensación de tenerla hizo que muchas sensaciones corrieran por su mente, por su cuerpo, por su vida, lamió sus hombros como un perro hambriento buscando un bocado y luego de saciar la necesidad de poseerla, el cansancio los venció.
Ella estaba acostada boca abajo con la espalda desnuda, él dulce y lentamente fue acariciándola, la besaba una y otra vez, acomodó la cabellera larga sobre la almohada, él acercó su boca a uno de los oídos y empezó a susurrar una canción:
“ tú llegaste a mi cuando me voy, eres luz de abril, yo tarde gris…”
El golpe de un bache la hizo regresar de aquellos pensamientos, habían pasado tantos años, habían pasado tantas cosas, llegaron al fin de su destino, las inmensas puertas de cristal se abrieron mientras ella avanzaba con paso firme, nada ni nadie podría impedir en ese instante alejarla de él, el nieto se acercó a preguntar en el counter de recepción y le dieron las indicaciones, subieron al ascensor y salieron con premura hasta llegar a aquella puerta, blanca, inmensa, paso un trago de saliva se abrió la puerta y una muchacha salió a recibirlos y con amabilidad les preguntó quienes eran, el nieto le indicó que él había trabajado con Henry hacía tiempo y que recién se había enterado que se encontraba mal, la muchacha no creyó mucho lo que decía pero al ver a Florencia inquieta los hizo pasar. 
_ Abuelo, tienes visita_

continuará...


miércoles, 9 de mayo de 2018

ENTRE CANDILEJAS-Cap.1


Este es un mensaje para la Sra. Florence, el asistente llego con un sobre y  lo dejó en la mano extendida de aquella mujer, las canas ya cubrían su cabeza, a los cincuenta había decidido no más tintes y en honor a la verdad le daba un aire de elegancia; entregó el sobre a su nieto que estaba sentado cerca de ella y con un ademán hizo que abriera y leyera el mensaje.
_ estimada sra. Florence, el motivo de la presente es para proceder a realizar la instrucción de nuestro cliente, el cual indica la entrega de un sobre cerrado exclusivamente a su persona. En tal sentido se solicita su presencia en nuestro estudio para realizar dicha entrega. Atte. 
El nieto y la abuela se quedaron muy sorprendidos, el nieto bromeo:
_ abuela, no será que te dejaron una herencia? _ mientras sonreía.
_ ay mi hijito ya estoy demasiado vieja para que alguien me haya dejado una cosa así, lo que si te pido coordines con ese estudio de abogados para reservar nuestra visita, cuanto antes mejor y salimos de nuestra curiosidad. Y le daba un giño al nieto _y tal vez regrese millonaria_ mientras pegaba una carcajada.
Al día pactado los dos se dirigieron al estudio de abogados de la referencia, llegaron puntuales, ella era una mujer mayor pero aun así seguía irradiando esa elegancia y sofisticación que siempre fue dueña, la invitaron entrar a una salita y solo esperó unos minutos.
Al cabo de esos minutos entró un hombre vestido de traje y corbata, con el cabello peinado hacia atrás, afeitado y dejando un olor a perfume masculino, la saludo con mucho respeto y le explicó la razón por la que ella estaba ahí.
_ mi querida sra. Florence, nuestro cliente nos solicitó que este sobre, lo movió con cuidado como si las palabras se pudieran caer, se lo entregara a usted exclusivamente…
_ es por eso que estoy acá
_ y agradecemos su deferencia, él nos pidió que nadie más podría saber  de la existencia de esta carta y que perdone haber demorado tanto para entregársela, mientras decía esto último se la entregaba con mucho cuidado, si desea puedo dejarla sola un momento para que la lea con detenimiento…
_ tiene que ser acá? No me la puedo llevar y leer en la tranquilidad de mi hogar?
_ mi estimada señora, él nos pidió que lo hiciera acá para que demos fe que si llegó a sus manos y que si leyó la misiva …
_ quién él?
_ dentro de ella lo averiguará…
El nieto se ofreció a leérsela pero al ver la incomodidad del joven abogado se negó, leyó la parte de delante de la carta “ a mi querida Flo”, cuando observo su nombre cortado de esa forma pensó, sólo una persona en esta vida la llamaba de esa forma porque a ella no le gustaba que la llamaran Flor, Flor mucha gente se llama así, yo soy FLORENCIA decía, el papel tembló entre sus manos, dirigió la mirada al abogado y desdobló la carta:
“Amada Flo:

continuará...